COMO MUJER Y MADRE
Te vi mujer y madre estando contigo
como el rocío de la mañana
que cayendo crecía tu belleza conmigo
y te advertía esplendorosa por mi ventana.
Dotada de magia, de magia mientras me tenías
como el crisol forjando naturaleza
y en él cada vez más crecía
hasta lograr la fantástica belleza.
Provocadora de gran emoción de los sentidos
te vi mujer sorprendente,
bendecida por tus valores recibidos
y deslumbrante como el arco iris reluciente.
Como la suavidad de las uvas son tus caricias,
pero igual tu corazón es fuerte como el caudaloso río
que acaricia sus rocas con misteriosa delicia
como cuidadosa criatura de pensamiento caliente y frío.
Los otros son los mismos todavía los de todos los días
que caminaron el camino de sutileza
sin poder convencerse de tu manantial de sabiduría
de la que te había dotado la infinita naturaleza.
Resistencia y lucha, la más luchadora del feminismo
que a la velocidad del viento convirtió en gran ola
navegando entre espumas abrumadoras, navegando entre los mismos
sin claudicar y a la vanguardia de la lucha desde otrora.
Así como la madre del hombre era la tierra
aún eres como madre también mujer
que algunos hombres abate hasta en primavera
y violentos, ni tu belleza, ni tu perfume jamás podrían tener.
En mi peregrinar por el mundo
caminando por sus calles despavorido
te vi indignada por la dictadura y la guerra emigrando del inmundo,
como criatura con su crío en su lomo y, llorabas, tocando mi corazón afligido.
Creí que sólo era quimera de mi Colombia,
creí que sólo por la mujer era el que sufría
creí que todavía eran fantasmas del pasado y de la colonia,
hermanos, era que nada estaba resuelto y nada está resuelto todavía.
Mi recorrido por la tierra despertó ilusión y de ilusión vivo
de apaciguar ese espíritu, espíritu de maldición temprana
que posesionado está contigo y conmigo
y libres de él no regrese a nuestra dignidad humana.
En la libertad fantasiosa te creí conocer
pero en este baile de máscaras es imposible conocer
tus cualidades, conocer como las de cualquier ser
porque siempre habrá un gran hombre y una gran mujer.
En los movimientos las vi aleteando como mariposas
con logros del mundo real en movimiento
como nubes de lideresas mariposas amorosas
surcando el cielo infinito tratando de cambiar el universo.
Las vi enfrentando valerosas las olas
del inmenso océano, tanto más inmenso lo enfrentaban
cuanto más desmedidas eran sus olas
y como lideresas por doquier justicia reclamaban.
Aún las veo alzar vuelo en el ventisquero donde igual vivo,
como la mirla venezolana herida luchando por su nido,
como la mirla chilena luchando adolorida por su pichón herido,
como la mirla argentina y colombiana luchando por su hijo perdido.
Como palomas mensajeras llegan de todas partes en mayo
con sus continuas pisadas firmes buscando maíz y abrigo
y con sus cantos dolorosos lloran sus muertos en la plaza de Mayo,
la Candelaria ante tantos oídos sordos de las plazas públicas del mundo, mi amigo.
Como el misógino desmoronado ante tu grandeza,
como el misógino envidiando tu carisma y astucia,
como el misógino que consciente tiene en el olvido tu belleza,
que queriendo y no queriendo a deslumbrante flor nunca a esta renuncia.
Eres bello agapanto que crece en el desierto,
en el desierto donde el amor parece perdido
pero el agapanto con su pétalo abierto,
florecido, mas florece en el desierto aunque temido.
Con tu lucha sólo así el renacimiento vino
cuando luchabas y todavía luchas contra esa locura
desigual y violenta del demonio maldito
que arde en su propia calentura.
Ya tarde comprendí que eres oro puro
que eras el fuego de mi alma
que limpias mi corazón impuro,
y el amor que me brindaba la calma.
Estar en tu compañía siempre quiero
sin irrumpir en tu profundo silencio, juro
brindar de igual a igual contigo por lo que espero y no espero,
ya tarde comprendí que eres realmente oro puro
que eras el fuego de mi alma.
Con física y sin física ha sido tu camino
revolucionando con resultados el rumbo de la vida
que se multiplica al nacer del cuerpo potencial del cuerpo femenino,
del que el futuro será testigo de tu mente divina.
Entonces, sólo entonces por eso vivo y mientras viva con razón
debo cantar y contar debo, como poeta las letales y no letales cosas de esas
que algunas como espada atraviesan tu corazón
que sangra y pasan y pesan sobre nuestras cabezas.
Simón Mayr.